Lo que quedó en fotos y lo que nó

Queridos amigos:

Gracias a Arturo que insistió y empujó, logramos concretar otra inolvidable experiencia, y contra las incertidumbres y los pronósticos, seguimos adelante e hicimos una cabalgata que aún palpita en nuestras retinas.

De lo que hubo fotos Uds. podrán verlas aquí o siguiendo los links podrán acceder a la película y los archivos correspondientes. Por lo que no quedó registrado deberán recurrir a nosotros para que les contemos.

No obstante la llegada a Mariscala en el medio de una gran tormenta eléctrica cuando comenzaba la noche del domingo 18 fué una experiencia única, y en homenaje a Arturo compuse una narración que adjunto.

Esperando que todos se diviertan y nos sigan en las próximas aventuras, les envío un fuerte abrazo

Jorge Borges

sábado, 1 de mayo de 2010

Poema para Arturo (Epopeya de la Cabalgata hacia el Desfile por los 100 años de Mariscala)


De la partida del día anterior sólo quedábamos tres, al frente Carlos Sanjust junto a Alberto Medina Aboy que se nos había unido hoy en la ruta, y luego tras Arturo, montando la gateada venía yo afirmado como podía tratando de no perderlos. Por la tarde el trote era cada vez más rápido.

Considerando la salida desde Puntas del Perdido para pernoctar en Villa Serrana, y lo avanzado este domingo, era muy menor lo que faltaba.

Ya pasado el Marmarajá por el puente (dado lo profundo del cauce), nos quedaba el arroyo Calera y algunas cañadas ….. si los animales no querían pasar y se retobaban, buscábamos el otro lado del camino.

La noche nos estaba alcanzando rápidamente. Paramos en un alto para el ajuste de las cinchas y el afloje de las piernas …

La Mariscala está ahí nomás” … pero aunque estamos cerca nos ocupará más de una hora pensé, confiando en que estuviera tras los siguientes cerros.

Las luces de los que retornaban de la Criolla encandilaban las bestias que se resistían, y ya entrada la noche nos encontramos con la corriente del Calera a la que se opusieron pasar, buscamos cambiar de lado, pero nos lo impedía la fila de vehículos que por la ocho iba al sur, hasta que tras perder larguísimos minutos por ambas sendas hubo un claro …. y cruzando forzamos los animales una vez más para vadear.

Los relámpagos estaban más próximos. A pesar de los pronósticos habíamos recorrido mas de 17 leguas … casi 80 kms. sin una gota sobre nuestras cabezas.

Ahora sí que debemos apurar, queda mucho por recorrer.

Ya cerrada por luna nueva, la oscuridad se adueñó de nuestras imágenes. Yo apenas entreveía un movimiento delante y lo seguía avanzando cada vez más rápido.

Tras unos segundos de viento fuerte arreció la lluvia como si fuera catarata … y ahora ya a galope tendido: “Arturo .. no veo absolutamente nada” ….. “dale Jorge que los caballos ven y sienten todo …. confía en ellos” …. tras un ramazo en mi cara no me quedó duda de que no había alternativa.

Previo a cada trueno nos hacíamos de una instantánea para armar la composición a nuestro frente.

¿No es peligroso ensopados y con tantos rayos alrededor nuestro?” … “No Jorge, … esas son pavadas que dicen … ahí abajo está Mariscala” … se divisaba resplandeciente.

Las pezuñas ya sobre el pavimento retumbaban entre los sonidos de la lluvia y el viento. La estación abarrotada no podía darnos cobijo: “vayamos a la Nativista entonces”, y pasando el parador abandonamos el pavimento apretando el ritmo mientras chorreábamos agua por doquier.

Ahora los cascos sobre el balastro nos conducían hacia la Nativista, pero el apagón nos dejó avanzando a ciegas. Tras un resplandor: “aquí está la entrada” y apuramos un galope corto hasta el techado.

Los animales no querían ingresar … “desensillen y oblíguenlos” … con las riendas fuertemente sujetas con mano firme bajo las quijadas, tiramos de ellos trasmitiéndoles nuestra seguridad y avanzaron para todos guarecernos bajo un alto tinglado a oscuras.

Sólo breves segundos después se desató el tornado que sacudía las chapas en olas como si fueran de cartón e inmediatamente atronó la granizada. Todos temblábamos y también los animales. Nuestro apoyo no respondía y sin señal dejamos de intentarlo: “¿cómo sabrán donde estamos?”.

Pasando el tiempo éste algo se compuso.

Desde aquí saldremos mañana para el desfile por los 100 años” … “pidamos permiso y busquemos un encierro para dejarlos”. El sereno que en solitario iba quedando nos dijo dónde, y que estaría atento.

Tras el reencuentro con Daniel, Edison, Cosme, Gerardo, Carlos y Eduardo, contamos las anécdotas de rigor, vimos que estábamos todos enteros y nada maltrechos, así que sólo quedaba cenar, regresar a Villa Serrana y dormir pensando en qué fácil es desfilar!!.